La realización de esta obra fue inspirada en la imagen del nacimiento de Jesús en el ande, donde el niño Jesús esta siendo venerado por músicos celestiales, tocando melodías andinas que imitan sonidos de la naturaleza, el cantar de los pájaros, el sonido del agua y del viento. Son trece piezas en cerámica vidriada, teniendo como escenario la ciudad del Cusco.
Los trajes son potentes, bordados en alto y bajo relieve, que se confeccionaron para las vírgenes y santos en las fiestas tradicionales religiosas en las ciudad del Cusco. Se puede apreciar el efecto del fuego sobre la arcilla, dejando diferentes texturas orgánicas que sugieren superficies y colores propios de la naturaleza.